Como ya hemos comentado en otras ocasiones, pasamos cerca de un tercio de nuestra vida durmiendo, a pesar de esto, el sueño y más concretamente nuestro descanso, se encuentra inmerso en un mar de incógnitas. En muchas ocasiones mantenemos ideas en referencia a cómo debería ser nuestro sueño, que hábitos son saludables respecto a nuestro descanso, los efectos negativos de su privación, etc.; lejos de dar solución a nuestras dificultades, muchas de estas creencias son erróneas y no hacen más que agravar un posible problema de insomnio. Por ello, desde Psicosomni queremos explicar algunos de estos mitos y creencias erróneas.
“Es necesario dormir 8 horas diarias para estar bien”
Aunque es comúnmente conocida esta creencia, no resulta cierta para todas las personas.
Es cierto que la media de sueño que precisamos se encuentra entre 7 y 8 horas diarias, pero esto no deja de ser una media poblacional; además este dato también variará dependiendo de nuestra edad, condición física e incluso de la época del año.
Por lo tanto, existen personas que este patrón de oro impuesto se convierte en una gran losa. Existe gente por ejemplo, que no necesita más que 6 o incluso 5 horas de sueño, del mismo modo otras personas pueden necesitar más de 8 horas para encontrarse en plena forma al día siguiente.
En definitiva el tiempo ideal de sueño de cada persona, es aquel que nos permite realizar las actividades diarias con normalidad.
“Permanecer en la cama despierto cuando no pueda dormir me ayudará a descansar”
Esto no resulta cierto, incluso en ocasiones este tipo de estrategias puede provocar una cronificación de lo que podrían haber sido unas puntuales malas noches de sueño. Tenemos que ser conscientes, que permanecer periodos largos de tiempo despiertos en nuestro dormitorio, puede romper la asociación positiva inconsciente entre la cama y el sueño, incluso puede convertirla en una asociación negativa, de tal forma que podemos transformar nuestra cama en un lugar irritante y ansioso.
Además, cuanto más empeño ponemos en inducir el sueño a voluntad, menos probable es que lo consigamos, por eso normalmente se duerme sin querer, por ejemplo, leyendo, viendo la televisión..; el consejo que solemos dar los profesionales es que cuando pasen de un tiempo determinado en la cama sin poder dormir, por ejemplo 15 minutos, o vea que está poniéndose cada vez más nervioso, salga de su habitación y realice alguna actividad relajante hasta que se sienta de nuevo somnoliento.
“Debo resignarme a tomar medicación de forma habitual”
Esta creencia resulta de una visión muy pesimista y poco realista de su problema. Hoy en día, sabemos gracias a múltiples estudios científicos, que otras modalidades de tratamiento pueden resultar incluso más efectivas a largo plazo para el tratamiento del insomnio, especialmente cuando estas dificultades se han mantenido durante un periodo largo de tiempo.
Nos referimos al tratamiento psicológico, más concretamente, las técnicas cognitivas conductuales son las que mejores resultados han proporcionado hasta la actualidad.
“Como me estoy haciendo mayor es normal que tenga problemas para dormir”
Este tipo de afirmaciones nos llevan necesariamente a la derrota frente a mis dificultades para dormir. La atribución del insomnio exclusivamente a causas externas (edad, enfermedad crónica, horario trabajo…) nos conducen inevitablemente a la derrota, ya que efectivamente tenemos muy poco control sobre estas circunstancias.
Aunque es cierto que la edad, los problemas físicos o el dolor pueden contribuir a la dificultad para dormir, los factores psicológicos pueden estar contribuyendo tanto a aliviar como a empeorar estos problemas.
Como hemos comentado en otros artículos, al margen de las causas que inicialmente han precipitado el insomnio, siempre hay variables psicológicas y conductuales implicadas en su cronificación. Como si tenemos control sobre estas variables para modificarlas, también podemos mejorar nuestro sueño en alguna medida.
https://psicosomni.es/del-insomnio-puntual-al-insomnio-cronico/
“Cuando no consigo dormir correctamente me hace imposible disfrutar de mi vida”
Una de las preocupaciones más importante para la gente que padece insomnio, ya no es en sí su problema de sueño, sino el miedo a sus consecuencias diurnas.
Aunque es cierto, que hay consecuencias sobre la falta de sueño prolongada y total, las que son atribuibles a una noche de mal sueño son escasas; nos podemos sentir cansados, lentos, poco eficientes y más irritables después de una mala noche de sueño, sin embargo, en una medida objetiva se observan unos efectos realmente mínimos. La intensidad de nuestras quejas sobre las consecuencias diurnas frecuentemente están magnificadas en relación a los déficits objetivos.
Culpar exclusivamente al sueño de nuestro estado de ánimo, falta de energía y nuestro bajo rendimiento resulta contraproducente y poco realista. Es muy probable que existan otros factores que también estén influyendo en estas áreas. Además, preocuparse en exceso por las consecuencias de dormir mal una noche, tan sólo contribuirá a agravar más nuestro problema.
Estas creencias tan sólo son algunos ejemplos de cómo nuestra forma de pensar puede afectar a nuestro sueño, agravando muchas veces lo que podría haber sido un problema transitorio. Desde Psicosomni (Valencia) apostamos por el tratamiento cognitivo conductual. Desde el componente cognitivo analizamos y examinamos estos pensamientos. corrigiendo estas ideas que están afectando a nuestro sueño.