¿Qué son los terrores nocturnos?
La mayoría de los padres han tenido alguna vez que calmar a su hijo ante el llanto desconsolado y un miedo intenso muy espectacular en medio de la noche; damos por supuesto que se trata de una pesadilla pero en ocasiones podemos estar ante la presencia de lo que se denomina terror nocturno. Aunque comparten algunas similitudes con las pesadillas existen algunas diferencias entre estos trastornos.
A continuación explicaremos algunas de estas diferencias así como algunos consejos para actuar de la manera más recomendable.
Los terrores nocturnos podrían definirse como despertares durante el sueño con la aparición de miedo intenso y una alta activación fisiológica (taquicardia, temblores, sudoración o gritos). Estos episodios suelen durar varios minutos y finalizan de manera espontánea volviéndose a dormir.
Diferencias con las Pesadillas
Los terrores nocturnos suelen aparecer en el primer tercio de la noche, coincidiendo con el sueño profundo. Esta es una de las diferencias con las pesadillas, las cuales suelen aparecer durante la fase Rem, en la segunda mitad de la noche.
Otra de las diferencias más evidentes tiene que ver con la facilidad de nuestro despertar. En los terrores nocturnos no nos despertamos fácilmente, resultando en ocasiones complicado por parte de los padres lograr despertar al niño durante el episodio; por el contrario, en una pesadilla lo habitual es que provoque desvelarse así como la dificultad para retomar el sueño.
A diferencia de las pesadillas, en los terrores nocturnos suelen tener un papel relevante los factores hereditarios, encontrándose hasta un 80 % de coincidencia entre los episodios de terrores en estos niños y algún familiar con otro trastorno relacionado.
Aunque ambos trastornos pueden suceder a cualquier edad, estos son más frecuentes durante la infancia. Además, existen algunas diferencias en la franja de edad que resulta más prevalente en cada trastorno: mientras que las pesadillas suelen ser más comunes entre los 3 y 6 años, los terrores nocturnos aparecen con mayor frecuencia de los 4 a los 12 años.
Por último, es común después de un episodio de terror nocturno no acordarnos de su contenido, otra diferencia con las pesadillas, donde es habitual recordar el contenido del sueño.
¿Cómo proceder ante ellos?
Lo más importante es actuar con tranquilidad y calma, aunque la situación no nos resulte agradable debemos intentar no transmitir a la persona más preocupación y nervios.
Para prevenirlos:
Higiene de sueño adecuada
Dormir las suficientes horas
Horarios regulares de acostarse y levantarse
Disminuir la activación o nervios a última hora del día
Como actuar ante ellos:
Manteniendo la calma y la tranquilidad para no transmitir más miedo.
Tranquilizar al niño en su propia habitación hasta que se haya calmado y pueda volverse a dormir.
En episodios leves, intentar no despertar al niño, vigilando que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño
Intentar no entrar en detalle sobre el miedo para que pueda tranquilizarse y volverse a dormir
Es importante destacar que tanto las pesadillas como los terrores nocturnos son alteraciones en nuestro sueño relativamente comunes a determinadas edades (infancia). En la mayoría de ocasiones estos episodios desaparecen conforme vamos creciendo, por lo tanto su presencia esporádica no debería preocuparnos mientras no afecte a nuestro sueño o funcionamiento diurno. Por el contrario, si estos episodios están afectando de forma considerable y habitual nuestro sueño o funcionamiento diurno sería aconsejable acudir a un profesional.
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