La naturaleza y función del miedo y la ansiedad te enseñan muchas cosas sobre los procesos básicos implicados en lo “anormal” o en los trastornos de ansiedad. Si quieres entender las dificultades que aparecen cuando sufres trastornos de ansiedad, resulta de especial importancia tener en cuenta el poderoso y generalmente adaptativo impulso de huir de las situaciones que provocan miedo.
Miedo: la emoción primaria centrada en el presente
El miedo es un estado centrado en el presente, que se da como respuesta a un peligro o amenaza real o imaginario.
- Algunas amenazas están presentes en el aquí y ahora: por ejemplo una situación que es peligrosa o estresante.
- Otras son la respuesta a lo que está teniendo lugar dentro de nosotros: por ejemplo una sensación física molesta, un pensamiento o un recuerdo del pasado.
- Y algunas otras son una combinación de todo ello.
El miedo, generalmente, se caracteriza por una activación súbita y aguda de la rama simpática del sistema nerviosos autónomo, acompañada de intensos cambios psicológicos:
- aumento de la transpiración
- ritmo cardíaco rápido
- falta de aliento
- aumento de la presión sanguínea
- fuerte tendencia a escapar o huir ante las señales de amenaza o peligro.
- El miedo también se asocia con un estado de alerta excesivo y un estrechamiento de la atención para enfocarla en el acontecimiento que provoca el miedo.
En la mayoría de las circunstancias, el miedo es perfectamente adaptativo porque cumple una importante función: te motiva y moviliza para que emprendas una acción defensiva. Los cambios tanto físicos como psíquicos que experimentas con el miedo están diseñados para conseguir la máxima eficacia en las acciones que emprendes a fin de impedir la amenaza.
Ansiedad y preocupación: las emociones centradas en el futuro
La ansiedad, en cambio, es un estado de ánimo orientado hacia el futuro que se acompaña de:
- temor ansioso
- preocupación
- incremento de la tensión muscular
- intensa actividad cognitiva en los lóbulos frontales.
Diversos estudios muestran que la gente con problemas de ansiedad crónicos muestra menor capacidad de respuesta que la gente con trastornos fóbicos.
Asimismo, los cambios fisiológicos son mucho menos pronunciados y notables en comparación con los producidos por el miedo, lo que se puede deber, en parte, a la orientación hacia el futuro y a la naturaleza ampliamente simbólico-verbal de la ansiedad. Es decir, la gente normalmente se siente ansiosa respecto a algo que puede suceder en el futuro, mientras que el miedo se experimenta respecto a lo que está ocurriendo en el momento presente.
Como ejemplo, la ansiedad sería más la respuesta típica frente a la posibilidad de sufrir un terremoto y sus consecuencias, mientras que el miedo sería una respuesta más propia frente a movimientos reales de la tierra.
Las conductas más directamente asociadas con la ansiedad son en gran parte verbales o cognitivas: (p.ej., preocuparse y hacer planes), mientras que las conductas más directamente asociadas al miedo implican acciones conductuales evidentes, como escapar, luchar o quedarse bloqueado.
¿Para que te sirven el miedo y la ansiedad normales?
El miedo es una respuesta de alarma que te lleva a emprender algún tipo de acción protectora cuando tu seguridad o tu salud parecen amenazadas. Estos tipos de acción, en algunos casos, son reflexivos y tienen lugar de una manera no aprendida, como cuando cierras los ojos y apartas la cabeza como respuesta a un objeto que viene volando hacia ti.
En otros casos, tales acciones tienen lugar de manera aprendida , generalmente con ayuda del lenguaje. Así, cuando realizas la acción de esquivar y saltar hacia tu izquierda porque alguien grita <<¡Cuidado a tu derecha!>>, procedes así, en parte, debido a un aprendizaje verbal.
Incluso la ansiedad y la preocupación sobre algún acontecimiento futuro que puede amenazar tu seguridad pueden ser útiles y adaptativas.
- Por ejemplo, un sentimiento de ansiedad puede ayudarte a organizar un plan de acción para responder de manera más eficaz a posibles amenazas a tu salud, empleo, seguridad o al bienestar de tu familia. En esas circunstancias, tales planes necesitan estar bien elaborados para que puedas responder con eficacia cuando te enfrentas con la amenaza real. Un buen ejemplo de tales planes podría ser elaborar un plan doméstico para actuar en caso de incendio.
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